Los microcréditos son pequeños préstamos que se realizan para quienes no pueden asumir las condiciones de un préstamo tradicional por sus insuficientes ingresos o por carecer de aval. Comenzaron haciéndose en países pobre para ayudar al desarrollo de los más necesitados, ahora es un negocio que mueve 60 billones de dólares.
Muhammad Yunus, economista bangladesí y premio Nobel de la Paz, es considerado el padre de los microcréditos. Los puso en marcha con un grupo de mujeres artesanas que necesitaban unos 27 dólares (entre todas), les prestó el dinero para que pudieran llevar a cabo sus negocios y después este dinero le fue devuelto, este fue el comienzo que le llevaría a fundar el Banco Grameen, ahora presente en 37 países. Su finalidad es desarrollar la capacidad emprendedora de los más pobres, casi la totalidad de los créditos que concede este banco lo hace a mujeres, ya que tienen menos recursos y porque los primeros beneficiados siempre son sus hijos. Para que haya un compromiso se forman “grupos solidarios” de 5 personas y entre ellas se ayudan y presionan para que el dinero sea devuelto. En 2007 el 56% de las mujeres prestatarias había logrado abandonar la extrema pobreza.
Pero el éxito de este método ha hecho que los bancos tradicionales se unan a esta iniciativa, claro que a su manera, con unos intereses desorbitados, de hasta el 100%. Han visto una nueva oportunidad financiera dónde otros veían la posibilidad de erradicar la extrema pobreza, han encontrado la manera de hacer negocio a costa de los más desfavorecidos.
Los defensores de los “microcréditos originales” no dan crédito a la situación actual, el mismo Yunus dijo recientemente que los microcréditos se crearon para luchar contra los usureros, no para alentarlos con esta nueva iniciativa. Claro que es difícil luchar contra ellos ya lo hacen de forma legal y aquí el problema es moral.
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