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viernes, 20 de enero de 2012

Paseo por el monte: perderse y encontrarse

Por Pablo Martín Sarobe
Nacimiento del Pas, Cantabria. Foto: Pablo Martín Sarobe
Perdidos en la ciudad y la frenética vida rutinaria, muchas veces olvidamos lo cerca que tenemos esa sensación de libertad que de vez en cuando anhelamos cuando nuestra mente está cansada, aquello que sólo creemos conseguir con un largo y lejano viaje para escapar. Libertad de mente y momentos de respiro y reflexión para detener el tiempo unos instantes. En realidad no hace falta irse muy lejos para sentir esto y renovar fuerzas para la semana. Hay veces que viene bien perderse simplemente por el monte para reencontrarnos con lo que somos en la ciudad.
Siguiendo un sendero entre arbolado, pisando el barro y la hojarasca, paso a paso se puede llegar más allá de lo que una guía de rutas te propone. El simple hecho de salir de la urbe ya ha merecido la pena para reencontrarte con el medio del que todo proviene. El estruendoso silencio del bosque te hace escuchar lo que nunca te has parado a observar. Encontrando riachuelos y vallejos escondidos, pequeños animales y árboles centenarios, sigues caminado adentrándote en la espesura. 
Con tus compañeros de ruta continúas por el estrecho camino. Interminables charlas recordando grandes momentos y arreglando el mundo, con la potestad que te da la montaña para ello, sólo ella te escucha sin pedir explicaciones. Saliendo a unas brañas, descubres unas vistas impresionantes. Piensas que los colores que te brinda la montaña sólo existían en el fondo de pantalla de tu ordenador. Pero como suele ocurrir siempre, esto es mucho más bonito que cualquier fotografía idílica. Esto lo estás viendo con tus propios ojos, viviendo y respirándolo tú mismo.  No piensas en nada, simplemente disfrutas.
El hecho de compartir caminata te confirma que esa sensación de libertad es real. No ha hecho falta mucho dinero ni muchos preparativos. Simplemente calzando unas botas y echando unos bocadillos a la mochila habéis conseguido llegar hasta allá. Nunca un bocadillo supo tan rico como en esta ruta. Se puede encontrar un mundo sin tener que irse muy lejos. Aunque las piernas están algo cansadas, tu mente ha recobrado un aliento inexplicable. Cada lugar tiene su rincón, cada rincón su secreto. No ha llegado mucha gente allí, y eso es lo que lo hace mágico. Tú estás allí ahora mismo, y las sensaciones de belleza y satisfacción son las que te llevas contigo cuando regresas a casa dispuesto a comenzar con fuerzas una nueva semana.
No hace falta, repito, irse muy lejos. El monte y la montaña están ahí, y por suerte en España nos rodea por todos lados con una naturaleza y unos paisajes espectaculares. Esos lugares escondidos existen, y más cerca de lo que imaginamos, sólo hay que querer buscarlos, y ellos te encontrarán a ti. Y eso… eso es lo que te hará repetir.




3 comentarios:

  1. Ni lejos, ni caro, ni complicado, y enormemente satisfactorio. Pocas diversiones reúnen tantas virtudes. Buena pincelada, Pablo, como siempre.

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  2. Solo los que se dejan llevar por unos sentimientos asi, saben lo que es sentirse totalmente libre en un mundo tan duro en ciertas ocasiones...enhorabuena Pablo!

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  3. Muchas gracias por los comentarios! super acertados! y al resto os animo a que lo descubráis!

    Pablo Martin Sarobe

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