El agua siempre es un tema a debate. Sin ir más lejos, el pasado 4 de marzo se celebró una consulta social sobre cómo querían los ciudadanos de la Comunidad de Madrid que fuera la gestión del agua en la región en el futuro ¿Pública o privada? Aquí se discute, en otros lugares no tienen si quiera agua potable para el consumo o para regar los campos.
Recurso imprescindible, no siempre accesible para todos (o al menos, con una mínima calidad), despilfarrada en ocasiones, gestionada de forma no eficiente, amenazada por la presión demográfica o la contaminación.
El Día Mundial del Agua se viene celebrando desde el 22 de marzo de 1993. Desde entonces, cada año, Naciones Unidas tiene como objetivo llamar la atención, en este día especialmente, sobre un aspecto de este recurso ya importante de por sí. Hoy, junto al agua, la protagonista es la alimentación. Nos recuerdan que, en la actualidad, somos unos 7000 millones de personas las que nos alimentamos de lo que nos proporciona la Tierra. Pero para 2050 serán 2000 millones más. Cada uno de nosotros bebemos entre 2 y 4 litros de agua diarios. Parte de ese agua no la bebemos directamente, sino que la obtenemos a partir de los alimentos que consumimos.
Pero ¿Sabemos cuántos litros de agua se necesitan para producir los alimentos? ¿Podemos disminuir el consumo de agua modificando nuestra dieta? ¿Qué alimentos requieren una mayor cantidad de agua para su producción? En la web que Naciones Unidas ha venido desarrollando los últimos meses con motivo de esta celebración disponéis de material y amplia información para resolver todas estas dudas, además de una recopilación de todos los eventos que van a tener lugar a lo largo del día. Creo que os quedaréis sorprendidos de la cantidad de litros de agua que despilfarramos, por ejemplo, sólo con el desperdicio de alimentos que acaban en la basura.
Además, quería recomendaros la película "También la lluvia" (Icíar Bollaín, 2010). Bajo el argumento del rodaje de una película acerca de Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, se retrata la Guerra del Agua que se desató en el año 2000 en Cochabamba (Bolivia), en la que la población indígena se revela contra la privatización del agua tras la adjudicación de su gestión a una empresa multinacional. Merece la pena.
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