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viernes, 1 de junio de 2012

Lo positivo de la crisis

Por Pablo Martín Sarobe

No podemos ocultar que la crisis económica está azotando con fuerza cualquier estamento. Es innegable que está siendo muy duro para millones de familias en nuestro país y quizá la desesperanza es lo que más está doliendo en cada persona. Todo parece que se derrumba, nada parece que volverá. No existe futuro más allá de unos pocos meses y eso es lo que no podemos permitir ni tolerar.

El caro y vacío puerto de Laredo. Foto: Crónicas de un mundo feliz
Cierto que hay que ser realistas, pero más cierto aún es que no hay que dejarnos cortar esas alas que nos mantienen y nos hacen capaces de volar. En un mundo en que lo material cae, son esas cosas inmateriales las que prevalecen. Uno se da cuenta lo que ha venerado y ya no vale nada, y uno se da cuenta lo que queda y todo lo que ha valido, vale y valdrá. Sentimientos, emociones y detalles te hacen recordar que el mundo no se derrumba, es sólo la economía la que lo hace, y lo dice un economista que conoce bien el peso de ésta. Pero por suerte quedan las personas, y las personas son las que la levantarán.


No voy a detallar lo que la crisis nos ha quitado, prefiero quedarme con lo que nos ha dado. La sociedad se ha deshecho, ya por fin, de la venda de los ojos y ver, a nivel general, la situación de oligarquía que nos mantenía sometidos el sistema político actual, hoy el político corrupto es un poco más vulnerable, y esperemos que vayan dando paso a gente con valores de verdad. La crisis ha hecho detener barbaridades medioambientales con obras que carecían de pies ni cabeza. Se ha detenido la especulación urbanística en terrenos de gran valor ecológico. Nuestras costas de verdad que lo agradecen, las personas con conciencia también. 

Quizá empecemos a optimizar los recursos, que como dice la primera clase de economía, son siempre escasos, algo que parecía que habíamos olvidado. La crisis nos ha hecho entender que desarrollo sí, pero no a cualquier precio. Nos ha mostrado la energía que derrochamos diariamente. Nos hace apagar la luz cuando salimos de la habitación y cerrar el grifo sin pensarlo. Hemos olvidado esos aires de grandeza con proyectos megalómanos para aprender a valorar lo que de verdad es importante. Hemos tardado, pero mejor tarde que nunca. La crisis nos hará mejorar, aunque queda aún hay muchísimo por hacer. Y lo digo convencido y sin querer ser pretencioso, en un futuro seremos más fuertes, valoraremos más lo realmente importante, y sabremos de donde fuimos capaces de salir. Y Así se lo intentaremos trasladar a nuestros descendientes… luego ya ellos, tendrán la oportunidad de volver a equivocarse… porque espero que nosotros no. En ello estamos.

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