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viernes, 1 de marzo de 2013

El Ártico ¿seguirá blanco?

Por Free Agent (@freeagentinfo)

Un oso polar del Ártico se regocija al saber que la pretolera Shell abandona
su casa. Lo que no sabe es que lo hace este año y hasta nuevo aviso.

El mismo día que Esperanza Aguirre abandonó su cargo en la presidencia de la Comunidad de Madrid, Greenpeace anunciaba que la compañía petrolera Shell abandonaba las extracciones en el Ártico hasta este 2013. 

Dos millones de personas siguieron activamente esta campaña para salvar el Ártico de las garras de Shell, promovida por Greenpeace. Muchos eran los observadores que no han pasado por alto la sandez ni los errores cometidos por esta irresponsable compañía, que actúa al margen o en los límtes de la ley. ¿Cómo consigue una compañía ocupar legalmente un enclave tan delicado? ¿Cuánto dinero cuesta saltarse la ley y okupar empresarialmente el Ártico? 

El final del proyecto se ha debido a
l fallo de la bóveda diseñada para limpiar el petróleo, en caso de derrame. La broma de mal gusto le ha costado a Shell cinco billones de dólares, pero hubiera podido significar la contaminación de una de las mayores reservas de agua dulce del mundo. La avaricia y los crímines contra la humanidad de Shell no tienen límite.
 

Quizás este acontecimiento sirva de escarmiento para otros insensatos del petróleo seducidos por los beneficios por encima de los costes de una catástrofe natural en el Ártico.

Estrellas fugaces

La campaña de presión de Greenpeace para que Shell abandonara el Áartico inició ahora hace medio año en Nueva Zelanda y contó con la intervención de Lucy Lawless -Xena, la princesa guerrera-, quien junto con activistas de la organización de ecologistas bloquearon el barco de Shell, Discoverer Noble, que comenzaba su viaje al Ártico para iniciar las prospecciones. A la campaña también se unieron la actriz Penélope Cruz y el ex Beatles George McCartney. 


Protestas de Greenpeace ante una estación de Shell en Gran Bretaña.
 © Greenpeace


Okupación negra de una oscura empresa

Son buenas noticias, sin lugar a dudas, una victoria contra la injuria y la irresponsabilidad de Shell, una compañía que el 20 de diciembre de 2011,  derramó 40.000 barriles de petróleo al océano Atlántico, tras una fuga en la plataforma petrolífera en mar abierto en Bonga, Nigeria, durante una transferencia de crudo a un petrolero.

Según fotografías tomadas desde satélites, por la organización independiente Skytruth, el vertido de petróleo se ha convertido en una mancha negra de 70 km que se extiende a lo largo de 923 km. La pesca en la zona está arruinada desde entonces, las autoridades nigerianas la han prohibido pero los ciudadanos del país no han sido indemnizados por Shell.

Esta desgracia ocurrida en Bonga arroja claras dudas acerca de la viabilidad de las operaciones de perforación petrolífera en general sea Shel, Repsol o BP.  






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