Por Cristina Fernández de Mar de Tierras (@Mar_de_tierras)
Mucho se ha hablado de los beneficios de la música, utilizada como terapia en pacientes de diferentes edades para desarrollar la inteligencia, la creatividad, o atenuar los efectos de algunas enfermedades.
Es conocido particularmente el Efecto Mozart, del que se habla hace muchos años y sobre el cual se han hecho diversos estudios, existiendo la idea de que la música de este importante autor (y en especial, su pieza Sonata para dos pianos en re mayor, K. 448) tiene multitud de efectos positivos sobre las personas, como por ejemplo en el desarrollo de habilidades para la lectura y la escritura, el lenguaje verbal, desarrollo de habilidades matemáticas o de la capacidad de recordar y memorizar.
Pero no tenemos que esperar a nacer para disfrutar de estos beneficios, ya que está demostrado que la música también influye positivamente en el desarrollo del feto.
Durante el embarazo “el feto puede ver, oír, experimentar e incluso aprender y memorizar”, cita el psiquiatra Thomas Verny en su libro La vida secreta del niño antes de nacer.
Estimularlo correctamente en ese momento supondrá una gran ventaja de cara al futuro del bebé, ya que podremos actuar sobre la formación de su estructura neuronal justo cuando es más maleable. La estimulación se lleva a cabo a través de los sentidos (mediante técnicas táctil, auditiva, visual o motora), que permiten que el pequeño sintonice e interactúe con el medio que lo rodea, especialmente con su madre. Así, los sentimientos que ella experimenta los percibe el bebé simbióticamente; provocando, una vez nacido, el mismo bienestar o desagrado que le producían en su vida prenatal.
Antes del cuarto mes el feto puede captar exclusivamente los sonidos intrauterinos, pero más tarde el sistema auditivo se desarrolla completamente y a partir de las 24 semanas de gestación ya está preparado para ser estimulado a través del oído. Se han podido observar cambios en los patrones de respiración, expresiones faciales, gestos, movimientos de cabeza, tronco, ojos y extremidades al escuchar sonidos y voces.
La música estimula el desarrollo del cerebro y su estructura razonable, además de facilitar el establecimiento de la red neuronal que permite mejorar la función cerebral. Platón afirmaba que "La música es el instrumento más potente que ningún otro para la educación."
Es así que se recomienda a las madres que, durante los momentos en los cuales está tranquila y relajada, escuche música. A través de la observación de reacciones del feto parece que prefieren la música suave, melódica y a la vez compleja (aquí aparece el citado Mozart, recomendándose también la música barroca también al incluir notas muy suaves que se asemejan a los sonidos del corazón de la madre cuando está calmada).
Lo más importante son las emociones que la melodía despierte en la madre. Si le causa placer o la tranquiliza, podrá expresar su amor, deseos y anhelos; emociones y sensaciones que serán transmitidas al bebé.
Te animamos a buscar un momento para los dos, un ambiente de relajación especialmente para el contacto entre ambos, tomar conciencia y disfrutar de las sensaciones físicas y placenteras que la música provee.
Más información en http://www.musicaprenatal.com.mx
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