Un huerto es una alacena con comida viva que, si cultivan y mantienen diversas personas, se convierte en comunitario. Quienes empiezan comparte experiencias y dudas pues un huerto comunitario puede cultivarse en la azotea de una casa, en un solar degradado, en una parcela de un parque, en una escuela, en las afueras de tu ciudad... El cultivo de un huerto, desde su planificación hasta su siembra y recogida, requiere de la cooperación de diversas personas. Las tareas entre muchas personas son pocas y, si se reparten responsabilidades de manera rotativa, puede ser una experiencia enriquecedora.
Foto: Mónica Cuende, Licencia CC |
Las parcelas comunitarias fomentan las relaciones entre vecinos, asociaciones, instituciones... crean tejido social, poco a poco. Además, en un huerto urbano sabemos lo que plantamos y decidimos si queremos o no administrar productos químicos o transgénicos a nuestra alimentación. ¡Sostenible o saludable que más da! Lo importante es que nos garantiza nuestra soberanía alimentaria.
Tierras, haberlas 'haylas'
Huertos entre guerras; guerrillas verdes ocupando solares abandonados en el Broklyn de los años 60; huertos pioneros como las Moreras en Sevilla o l'Avi en Barcelona que nacieron a la sombra de la movida madrileña de los años 80; huertos arrebatados a las familias palestinas y huertos ocupados en Puerta del Sol o en Plaza Cataluña plantados por el 15M.
Los huertos urbanos han estado siempre aquí, en tiempos de pobreza, guerra, recesión económica, degradación urbanística... Durante la industralización las fábricas y nuevos edificios los fueron desplazando hacia a las afueras de las ciudades hasta casi desaparecer de nuestra vista. En esta primera década de siglo, España ha experimentado un crecimiento exponencial de huertos comunitarios inversamente proporcional al número de trabajadores que tiene el país en activo. ¡A más paro, más huertos! Lo cual, a priori, no tiene porque ser malo. Una ciudad con huerto es un modelo urbanístico conocido y testado.
Si no tienes espacio en casa como mínimo una ventana en la que cultivar, los ayuntamientos de algunas ciudades españolas ceden a los ciudadanos espacios y facilitan recursos como herramienta, abonos, semillas... O puedes recurrir a diversas iniciativas en España que ponen en común a propietarios con interesados en cultivar una parcela de tierra, a cambio de entregar la mitad de la cosecha. Un trato que podría parecer justo pero no lo es, pues la ley garantiza a quien cultiva la tierra, la posea o no, el derecho de su 'usufructo', es decir el pleno rendimiento de sus frutos. Si los propietarios también cultivaran o ayudaran a su mantenimiento, justo sería que se repartiera la cosecha a partes según esfuerzos.
Los huertos comunitarios pueden ser una herramienta para denunciar la especulación en ciertos barrios o municipios como es el caso del huerto del 'Forat de la Vergonya' en el barrio barcelonés de Ciutat Vella o 'Esto es una plaza' en el barrio Lavapiés. O para recordarnos que disponer de tierras para cultivar alimentos es un derecho así como y un deber de vida.
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