Por Dani J. (@Npositivas)
Hace no muchos días, el domingo, 12 de febrero, tuvo lugar la votación en la que el Parlamento griego aprobaba un nuevo plan de recortes. Sin embargo, la noticia ese día estuvo sobre todo en las ardientes calles de Atenas; expresión que en este caso no es una metáfora. Curiosamente, metáfora es una palabra griega que viene a significar "traslación". En este caso, traslación de la soberanía, que se supone que reside en el pueblo; pero el pueblo heleno no parecía estar muy de acuerdo con lo que estaban decidiendo sus representantes, que a su vez habían trasladado la soberanía a esa cosa llamada troika.
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Cuando hay un divorcio total entre los representantes y los representados, es inevitable el estallido de la violencia. Según la RAE, una acción violenta se caracteriza por ir "contra el natural modo de proceder". Esto quizá nos dé una pista de por qué siempre estas medidas de recortes y ajustes, se produzcan donde se produzcan, vienen acompañadas inexorablemente de violencia. La razón es que se toman contra la gente y sin la gente. Son por definición medidas que violentan la propia esencia de la democracia; por tanto, que sus defensores las llamen "reformas necesarias" nos tendría que escandalizar y llevar a pedirles que dejen de hacer apología de la violencia.
Violencia que, insistimos, es una constante cada vez que analizamos los resultados de estas "reformas necesarias" que además no dejan de mostrarse ineficaces, cuando no agravan los problemas. La represión se convierte así en el único resultado cierto de los ajustes. Ya lo hemos podido constatar en Grecia, Portugal o Italia. La llamada Primavera Valenciana es otro claro ejemplo más. La enésima prueba de que los gobernantes no pueden esperar que la gente se quede parada mientras se les roba la sanidad o la educación. Evidentemente, el pueblo se mueve contra el expolio, aunque sepa que a la mínima le caerá un palo de los uniformados protectores del sistema, que no de la democracia.
Con este panorama, resultan muy clarificadoras las declaraciones del Jefe Superior de Policía de Valencia, Antonio Moreno, en las que llamó enemigos a los púberes que eran apaleados en la capital del Turia por protestar contra unos recortes que de hecho niega la Generalitat Valenciana. Por si esto fuera poco, la Delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Paula Sánchez de León, sigue en su puesto. Por cierto, Sánchez de León es una delfina del "honorable" Camps. Todos estos datos configuran un cuadro de la democracia que resulta muy difícil de entender; debe ser que no comprendemos bien las metáforas de nuestros enemigos.
muy bien, muy bien... no podríais haberlo explicado mejor;
ResponderEliminarUna Estudiante Valenciana