Por Mónica Cuende (@monicacuende)
El constante aumento de la temperatura del planeta es uno de los síntomas del cambio climático. Y para referirnos a sus efectos podemos aludir a, realidades científicamente demostrable, como el deshielo de los casquetes polares o el incremento mundial del nivel del mar en 17mm.
El cambio climático también puede constatarse en la propia península ibérica, concretamente, en los Pirineos que funcionan como un indicador de la que se avecina. Según un informe elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima (IPCC), en esta zona desde finales del siglo XIX, la temperatura ha aumentado más de 1,1ºC lo que ha conllevado a la reducción del 85% de los glaciales del macizo pirenaico, la disminución de los días de nevada, así como el crecimiento anual de las especies vegetales en más de 3m y en más de 64m para las especies forestales.
Para finales del siglo XXI, el consejo Superior de Investigación de España prevé un aumento de las temperaturas entre 2,8 y 4ºC que afectaría a la vertiente española de los Pirineos con una disminución de las precipitaciones de hasta un 15%, especialmente en verano. Por otro lado, un 60% de las especies autóctonas de esta región de montaña desaparecerían al no poder encontrar condiciones climáticas idénticas a la de los Pirineos.
Un escenario temporal más cercano augura, según un informe sobre el Cambio Climático emitido por la ONU, que en 2020 en la península Ibérica se empezará a notar sus efectos más virulentamente.
El 31 de diciembre de 2012 finaliza el protocolo de Kioto y la mayor parte de los países que suscribieron el pacto no han seguido sus directrices. Mientras unos no han implementado políticas medioambientales en sus respectivos territorios sobre el control de las emisiones de CO2 (una de las principales causas, pero no la única) o el desarrollo de las energías limpias, los otros se han montado negocios millonario con la compraventa de bonos de CO2 excedente que no han ayudado ha reducir las emisiones, pero han aportado grandes beneficios. Y unos pocos países, los que más contaminan, firmaron pero no ratificaron el tratado.
Todos
somos vulnerables al cambio climático y la adaptación de todos los
organismos vivos dependerá de la genética, la edad y las fuentes de
alimentos y agua, pero también de las medidas que los humanos, causantes
directos del cambio climático, pongamos en marcha.
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