Por Cristina Fernández de Mar de Tierras (@Mar_de_tierras)
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En un post anterior, publicado hace ya un par de años, os hablábamos del Banco del Tiempo como comunidad de intercambio, en la cual la moneda pasa de ser algo material a convertirse en un puñado de horas, minutos y segundos, donde no existen hombres grises que vengan a robárnoslos: al contrario, al practicarlo, muchos de nosotros nos sentimos mucho más ricos. A día de hoy estamos orgullosos de afirmar que la iniciativa se ha ido expandiendo por España y ha crecido el número de colectivos que apoyan y se sirven de esta magnífica idea.
Siguiendo en la misma línea referida al "dar y recibir", hoy queremos darle protagonismo al trueque como moneda de intercambio de bienes.
El trueque existe prácticamente desde que el hombre dejó de pertenecer a sociedades nómadas. La autosuficiencia era obligada hasta se empezaron a aprovechar las distintas capacidades de unos y otros para intercambiar aquello que uno poseía en exceso y otro lo echaba en falta: "¿Me sobra? ¿Te falta? ¡Te lo cambio!".