Si este año sólo vas a hacer una cosa por mejorar el mundo, haz ésta:
cambia de banco. Cambiar tus ahorros a una entidad financiera ética requiere un esfuerzo mínimo y tiene un impacto positivo a muchos niveles.
En su funcionamiento más básico, los bancos toman prestado dinero de unos clientes para prestárselo a otros clientes. La diferencia entre los intereses pagados a los primeros y los cobrados a los segundos son los beneficios del banco. La principal diferencia entre los
bancos éticos y los bancos convencionales radica en la elección de clientes a los que prestan su (tu) dinero. Los bancos éticos aplican un filtro social y medioambiental a los clientes y proyectos a financiar. Si bien, al igual que los bancos convencionales, los bancos éticos buscan maximizar su beneficio, sólo lo hacen a través de proyectos que sean
beneficiosos para el medio ambiente y la sociedad en la que éstos se desarrollan. Por ejemplo, se financian a menudo proyectos de energias renovables o microcréditos, entre otros. Más aún: dado que estos bancos se comprometen a financiar sólo un determinado tipo de proyectos, la
transparencia sobre el destino del dinero invertido es otra característica fundamental en la banca ética.
Cambiar a una entidad financiera ética tiene diversos beneficios: para empezar, sabes exactamente en que se invierte tu dinero (pregunta a tu “banquero convencional” si tiene idea de en qué proyectos esta invertido tu dinero, puede ser una experiencia memorable); en segundo lugar, aseguras que el impacto de las actividades que financia tu dinero no sólo no es negativo (no financia, por ejemplo, a empresas tabaqueras, industria armamentística o actividades contaminantes), sino que además ayuda a mejorar el entorno social, económico y medioambiental en que se desarrolla; por último, le estás enviando una señal muy clara a los bancos convencionales, que tarde o temprano tendrán que empezar a ofrecer este tipo de productos financieros (y quizás algun día incluso suprimir ciertas actividades que no sean aceptables por la mayoría de sus clientes en potencia).
Conviene aclarar también que los
bancos éticos están regulados por el Banco de España y que tienen que cumplir con los mismos requisitos que los bancos convencionales. Las cuentas de ahorro de los bancos éticos han demostrado además ofrecer intereses similares a los de los convencionales: los bancos éticos, al igual que los demás bancos, tienen por misión maximizar sus beneficios y por lo tanto se preocupan por la rentabilidad de los proyectos que financian y por atraer nuevos clientes.
El principal problema que aún se les puede atribuir a los bancos éticos es que aún están en fase de desarrollo en muchos países y por consiguiente todavía no ofrecen todas las facilidades de los bancos convencionales. Por ejemplo, es posible que, aunque no tengas problemas en tener una cuenta de ahorros con un banco ético, te resulte difícil tener una cuenta corriente y/o una tarjeta con la que operar en tu día a día. Pero esto está cambiando muy rápidamente: en los Países Bajos, por ejemplo, bancos éticos como
Triodos o
ASN, que hasta hace poco no ofrecían estos servicios, ya lo hacen debido a la creciente demanda.
Alguna vez he escuchado aquello de “
cada vez que compras, votas”. Llevando la metáfora un poco más lejos, si una compra equivale a un voto, un cambio de banco sería prácticamente un golpe de estado. Puesto de otra manera: si el dinero mueve el mundo, y tu mueves tu dinero…
Piénsatelo,
Francisco R. Zuloaga
Francisco R. Zuloaga es uno de los Reporteros Universales de Universo Vivo. Nació con el optimismo de serie hace ya unos años bajo el cielo azul de Cádiz. Desde entonces ha vivido, estudiado y trabajado en más de una ciudad y más de un país. Actualmente reside en los Países Bajos, donde intenta cambiar el mundo como buenamente puede: con pequeños gestos en la vida cotidiana y a través de su trabajo en el programa de eficiencia energética de la European Climate Foundation. De vez en cuando descansa de su dura misión y se toma alguna cerveza que otra.