De las definiciones que podemos encontrar de la palabra “educar” creo que la que más me gusta es “encaminar”.
Hace ya años que comencé a dudar sobre el sistema educativo actual, el mismo que tenían nuestros abuelos, sólo que ahora sin regletazos en las manos.
Bueno, no serviría de mucho descalificar la educación actual pero sí creo que debemos replantearnos qué valores estamos fomentando. Por qué no buscar nuevas alternativas… otras formas de comunicar, fomentar la participación, estimular la astucia y la curiosidad, etc. y donde se valore a las personas por encima de todo.
Y no solo hablo de la educación de los niños, aunque es cierto que con ellos nos sale más fácilmente el roll de educadores porque claro, les sacamos unos años de ventaja en esto de vivir… pero si no les damos la oportunidad de descubrir o de equivocarse será mucho más difícil que lo integren.
Ellos, con su corta vida, nos ganan en inocencia e imaginación. Son grandes maestros que nos ayuda a replantearnos esos patrones que nosotros repetimos de forma automática.
Siento que muchas veces tratamos de adoctrinar; decimos a los demás cómo tienen que hacer las cosas: “esto es así” y lo hacemos pensando que esa es “la” manera de hacerlo pero en realidad esa es “nuestra” manera de hacerlo; puede haber otras muchas e imponiendo nuestra opción lo que hacemos es perder la oportunidad de aprender también nosotros, de ver las cosas desde otro punto de vista.
Sin embargo, si lo que hacemos es acompañar a la otra persona en el aprendizaje, incitándole a investigar, adaptándonos a sus necesidades e inquietudes, será un camino que construimos juntos y será mucho más fructífero para ambos.
Eso sí, normalmente requiere un poquito más de paciencia pero también más satisfacción.
Para acabar, aunque esto da para mucho más (y os animo a que deis vuestra visión), os recomiendo el libro “Educar para Ser” de Rebeca Wild (que más tarde escribió “Ser para Educar”) que promueve una “educación activa” donde los procesos de aprendizaje no son estáticos sino que se renuevan constantemente para adaptarse.
Lucía Zuloaga de Universo Vivo
Me parece muy interesante lo que planteas Lucía. Desde la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente (FFRF) se está apoyando un tipo de educación donde se permite que los más pequeños tengan un espacio de aprendizaje natural, donde puedan desarrollar algunas de las capacidades que tienen más desarrolladas tales como la imaginación, la curiosidad, la inocencia...como muy bien apuntas. Os invito a saber más sobre "Los BosquesEscuela":http://www.felixrodriguezdelafuente.com/index.php?option=com_content&task=category§ionid=21&id=71&Itemid=186
ResponderEliminarMuy bueno... trasladable también a las relaciones con los demás... hay que aprehender primero para poder enseñar ;-)
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ResponderEliminarMuchas gracias por la información María!!!Ya había escuchado hablar de los bosquesEscuelas pero ahora que leo un poco ¡¡me encanta!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias a la Fundación por impulsar este tipo de iniciativas!
Me alegro que te haya gustado Guerrero de la Luz! Siempre aprendiendo...
ResponderEliminarEsta iniciativa es preciosa, y la escuela bosque es una idea que me emociona muchísimo.
ResponderEliminarA mi me encantaría formar parte de un proyecto así...se que poquito a poco, algo surgirá ;-)
Un beso enorme y muchas gracias todas vuestras sugerencias.
Interesante,
ResponderEliminarun niño no tiene por qué asociar el miedo a la oscuridad, ni el llanto a la sangre que sale de su herida. Últimamente lo estoy experimentando con mi sobrino, que va descubriendo esas situaciones y hace replantearme nuestras reacciones.
Gracias.
Sí, los niños nos hacen replantearos constantemente nuestros valores aprendidos. ¡gracias anónimo!
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