La cumbre del clima celebrada durante las últimas dos semanas en Copenhague finalizó el pasado sábado con un acuerdo no vinculante. Hacía meses que todos los que hemos estado trabajando, de un modo directo o indirecto, en el tema, sabíamos que el acuerdo sería seguramente no vinculante, aunque esperábamos, porque la esperanza es lo último que se pierde, que se lograse algo más que papel mojado.
Sin embargo la enorme movilización de las últimas semanas había generando unas enormes expectativas entre parte de la opinión pública, que se ha visto invadida con informaciones simplificadas sobre el tema. Esas expectativas se han truncando transformándose en una gran desilusión. Para muchos la cumbre ha sido un fracaso que muestra la incapacidad de las Naciones Unidas y de los líderes del mundo para ponerse de acuerdo en un producto de vital importancia. Vaya novedad ¿verdad?
Sin embargo, nosotros creemos que Copenhague era sólo un paso más en el largo camino que nos queda por recorrer. No se cambia el mundo en un mes ni en un acuerdo, por muy vinculante que este sea.
Y lo cierto es que en Copenhague se han reunido más de 190 líderes conscientes de que el cambio climático es un problema generado por el hombre y de la necesidad de tomar medidas para evitar que la temperatura global del planeta se incremente por encima de los dos grados. La cumbre ha acaparado la atención de todos los medios de comunicación y durante quince días el mundo entero ha fijado su mirada en Dinamarca con un gran interés y preocupación por saber si finalmente se alcanzaba o no el tan deseado acuerdo vinculante de reducción de emisiones.
Finalmente, no se ha llegado a este pacto pero se ha reconocido y firmado por escrito que “el cambio climático es uno de los más grandes desafíos de nuestro tiempo y que hay que alcanzar el objetivo de reducir los gases de efecto invernadero para prevenir peligrosas interferencias de origen antropogénico en el clima”.
En la cumbre se ha firmado una declaración de intenciones que recoge medidas como la de financiar a los países en vías de desarrollo para que protejan los bosques y detengan la deforestación, lo que permitirá reducir las emisiones y proteger la biodiversidad, y la que afirma que cada país deberá tomar las medidas necesarias para reducir las emisiones en el marco de un desarrollo sostenible.
Pero por encima de todo el público general, aquellos para los que antes el cambio climático era un rumor y sus soluciones un trabalenguas, han empezado a familiarizarse con el tema. Se está imponiendo la sensación de que cambiar nuestro comportamiento no es una opción, sino una obligación. Se está empezando a aceptar que ser sostenibles es el único modo que tenemos de sobrevivir y de que además puede hasta ser económicamente rentable. Se ha hecho la mayor campaña informativa universal sobre estos temas que jamás haya existido. Y esto amigos, es el principio del fin, o así lo creemos nosotros en Universo Vivo.
De cómo fue la cumbre, todo lo que pasó, las movilizaciones agresivas de unos y otros, los problemas logísticos de la organización, el frío, la confusión, los hoteles de 4 estrellas no sostenibles, los millones de aviones, los cientos de residuos no reciclados, del evento que no fue nada sostenible… de todo esto hablaremos en otro momento.
Nos quedamos con lo bueno, la esperanza de que vamos a conseguir cambiar el mundo si somos capaces de seguir luchando por ello. A eso os emplazamos.
Sin embargo, nosotros creemos que Copenhague era sólo un paso más en el largo camino que nos queda por recorrer. No se cambia el mundo en un mes ni en un acuerdo, por muy vinculante que este sea.
Y lo cierto es que en Copenhague se han reunido más de 190 líderes conscientes de que el cambio climático es un problema generado por el hombre y de la necesidad de tomar medidas para evitar que la temperatura global del planeta se incremente por encima de los dos grados. La cumbre ha acaparado la atención de todos los medios de comunicación y durante quince días el mundo entero ha fijado su mirada en Dinamarca con un gran interés y preocupación por saber si finalmente se alcanzaba o no el tan deseado acuerdo vinculante de reducción de emisiones.
Finalmente, no se ha llegado a este pacto pero se ha reconocido y firmado por escrito que “el cambio climático es uno de los más grandes desafíos de nuestro tiempo y que hay que alcanzar el objetivo de reducir los gases de efecto invernadero para prevenir peligrosas interferencias de origen antropogénico en el clima”.
En la cumbre se ha firmado una declaración de intenciones que recoge medidas como la de financiar a los países en vías de desarrollo para que protejan los bosques y detengan la deforestación, lo que permitirá reducir las emisiones y proteger la biodiversidad, y la que afirma que cada país deberá tomar las medidas necesarias para reducir las emisiones en el marco de un desarrollo sostenible.
Pero por encima de todo el público general, aquellos para los que antes el cambio climático era un rumor y sus soluciones un trabalenguas, han empezado a familiarizarse con el tema. Se está imponiendo la sensación de que cambiar nuestro comportamiento no es una opción, sino una obligación. Se está empezando a aceptar que ser sostenibles es el único modo que tenemos de sobrevivir y de que además puede hasta ser económicamente rentable. Se ha hecho la mayor campaña informativa universal sobre estos temas que jamás haya existido. Y esto amigos, es el principio del fin, o así lo creemos nosotros en Universo Vivo.
Nos quedamos con lo bueno, la esperanza de que vamos a conseguir cambiar el mundo si somos capaces de seguir luchando por ello. A eso os emplazamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario