martes, 17 de enero de 2012

Reformas necesarias para no salir del hoyo

Por Daniel Jiménez

Según un acertado refrán, para salir de un hoyo, es necesario dejar de cavar. Lamentablemente, este refrán no parece ser conocido por nuestros políticos. O tal vez, el problema es que todos tienen alma de sepulturero.

Nuestros irresponsables políticos insisten, un día sí y otro también, en que es necesario acometer las reformas necesarias, cuando no, imprescindibles, para salir de la crisis. Estaría bien que alguien les formulara en esos momentos una sencilla pregunta: ¿en cuántas ocasiones este tipo de medidas han servido a un país para salir de la crisis?


Como nadie hará tal pregunta, nadie se verá obligado a responder que nunca ese tipo de medidas han mejorado la situación económica de un país, y mucho menos el nivel de vida de sus habitantes. En realidad, tampoco es ese el objetivo. Un plan de ajuste no se hace para crecer. El propósito que persiguen este tipo de medidas es otro: que los países pobres paguen su deuda a los acreedores. Poco importa que la deuda sea ilegítima, o que los acreedores sean los mismos que han arruinado a dichos países.

Por otro lado, los acreedores que ahora exigen a Europa el pago de la deuda son conocidos de sobra en otros lugares del planeta. Hace justo un año, a principios del 2011, entrevisté a Lourdes Lucía, de ATTAC Madrid, que me decía lo siguiente:

“Lo que ha ocurrido ahora no es nuevo en el mundo. Hace unos años, la crisis azotó con fuerza a los países latinoamericanos. Pero los gobiernos de estos países, cada cual con sus ideologías y diferentes políticas, se pusieron de acuerdo en una cosa: no someterse a estos organismos y a las medidas que proponían. Se negaron a pagar la deuda y emprendieron políticas económicas distintas a las que les dictaban. Con independencia de los tintes ideológicos de cada gobierno, una cosa está clara: están creciendo económicamente y se ha reducido una gran parte de la pobreza extrema que sufrían”.

Una conclusión similar se puede sacar de la crisis financiera, que vivieron los llamados “dragones asiáticos” a mediados de los años 90, y que según muchos expertos, fue la primera gran crisis de la globalización. Tailandia, Indonesia y Corea del Sur, que fueron los alumnos más aplicados a la hora de adoptar las reformas necesarias, sufrieron sus consecuencias en un grado mucho mayor que Malasia, que consiguió esquivar al FMI y sus programas de ajuste.

Hay muchos más ejemplos que apuntan a esta misma conclusión. Grecia, sin ir más lejos. Ejemplos que difícilmente aparecerán en el discurso político-mediático. Sin embargo, la realidad es tozuda, y por mucho que intenten ocultarla, pronto la ciudadanía se dará cuenta de que, si apoya estas medidas, solo estará dando paletadas para profundizar el hoyo de su propia tumba. Entonces retirará su confianza a los sepultureros y empezarán a buscar la luz, que como bien sabemos, es lo contrario a la oscuridad. Esa sí que será una reforma necesaria.

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